domingo, 24 de julio de 2016

simone weil


Cuando Simone Weil tiene veinticinco años
abandona su brillante carrera filosófica
(la pone entre paréntesis)
para trabajar de obrera en una fábrica Renault,
allí, dijo, recibirá la marca del esclavo,
la marca de las cosas,
hacer,
no decir,
hacer,
romper el dominio
buscar el hambre
amanecer sin techo
morir de inanición
bajo la niebla de Ashfor
en el bello condado de Kent.


2.
Lugar del sacrificio, toma mis ojos.
Es lenta la hora de morir,
la emboscadura breve
de la luz,
la fría fábrica
donde tuve mi muerte.


3.
Su pelo, dice Bataille, seco y confuso,
parecía unas alas,
su pelo era unas alas,
Albert Camus amó su mente,
dijo de ella que era el único espíritu libre de su
tiempo.

Tiempo, tomas tus alas, yo no las quiero, tiempo.
Toma tu fama, tiempo, yo no quiero tu fama.

Soporto este vacío que está empezando en mí.
No tengo hijos
ni amantes.
Mi carne está intocada.
La carne busca hijos, noches de amor,
busca la gravedad.

Mi alma busca la ingravidez,
romper
la distancia entre pensar y hacer,
esa distancia.