jueves, 3 de noviembre de 2011

Verdaderas palabras caminan hacia ti,
te dibujan espadas
o
flores que me das
para el trabajador,
mi pobre niña muerta.

Hoy quisiera tus manos para tocar el cielo,
la paz fuerte del cielo
que nunca te miró.
                                                                     (A Juliana)

mi niñez y la mía

Así se fue mi padre
al interior del tiempo
como una extraña roca.

Así se fue a la noche
cuando aún yo dormía.
Entre dos llamas.

ciudad


Con cosas hechas
me dirijo hacia ti.
Con bailes y salones
por ti
avanzo.
Estoy sola con él,
me dice que construye
los recintos
y avanzo.
Que tiene para mí
un orden griego,
una fuente de cosas necesarias.
Que cuando su noche se hace larga
piensa en nosotros,
como solía.

fin


Es cierto que no tengo demasiado que darte.
Ahogarme -dije yo-
te doy mi ahogarme.

fin




La paloma que nunca conoció nuestro alimento
vuela a veces
al campo donde ardimos,
muertos ya.
Sus alas las perdió
corriente abajo.

luna nueva

Me mataste y me entregas ahora
con muerto corazón al enemigo.
Sabes y no preguntas qué fue de las escuelas
donde enseñé a leer
ni de la fuente aquella que velaba y bebía.
Y allí la suerte que puede imaginar,
que te cambiaba a ratos
a plazos
a ratos:
ruta tan oscura del inocente,
del que canta asustado por las horas del sol,
en fila.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

luna nueva

Pero ya no resisto equivocarme.
Me cubro con las sábanas de la desolación
hasta el séptimo día. Besándote
en todos estos mundos que me das.
Y yo misma seré -si quiero-
el primer hombre.
Volveré a la prehistoria,
estudiaré el metal,
el esfuerzo del viento.
Construiré pirámides si quiero trabajar,
cantares épicos.
Saludaré a los despatriados,
a los sinsentido,
a los muertos del hambre humana.

Me llevaré contigo a mí misma:
estaré a salvo en tu tierra no feudal.
Estás donde el deseo
del que nunca frecuenta nuestra habitaciones.
Del que nunca lo dijo,
al que nunca abracé.
El tiempo de las cinco naves.
De las cinco cifras.
Viajar ¿adónde?
Llegar a qué región,
a qué tierra de nadie.
Qué amor resucitar,
qué mañana de escuela recitar y reírse,
qué infancia no mirar debajo del pantano.
Qué joya regalar al único que nos azota,
qué nombre darle.


(A Raquel García Lozano)
Ven a verme a la casa donde cultivo rosas.
Ven si acaso tienes el hambre
que corté,
la que lloraba.